De un tiempo a esta parte me resulta muy curiosa la relación tan especial que hay entre el diseño gráfico y la música, son dos idiomas que se necesitan, se aportan, se expresan y no pueden vivir el uno sin el otro.
No concibo diseñar sin música, la necesito tanto a la hora de trabajar como a los programas de Adobe o a mi equipo.
Dependiendo del proyecto o de nuestro propio estado anímico nos viene a la cabeza un tipo de música determinado y poco a poco vamos dando forma a nuestra creación. Casi sin darnos cuenta se crea un aura a nuestro alrededor, una fusión creativa y mágica que despierta sensaciones de múltiples procedencias.
No es para nada extraña esta fusión, ambas beben de la misma fuente, la de la creatividad y el arte. Creo que es muy difícil entender la vida sin música. Es la forma de comunicar y despertar sentimientos más universal. Son dos disciplinas artísticas, dos idiomas capaces de generar sentimientos y emociones en aquel que los percibe.
Ambas comparten muchos conceptos. Podemos citar: el ritmo, el tono, la repetición, la armonía, la fuerza… Diseñadores y músicos tenemos un lenguaje común ¿quién lo diría? Pero, sobre todo, lo que tiene en común es la creatividad. Tanto uno como otro deben estar en permanente búsqueda y experimentación que les permita expresarse y crear. Deben luchar continuamente por alejarse de la indiferencia y buscar la originalidad.
Pocas cosas pueden trasladarnos tanto como imágenes interpretando los sentimientos de la música o una música que sea el eje central de determinada información visual.
Detrás de un proyecto musical existe un profundo estudio de comunicación visual. El diseño no es sólo la portada del disco, sino la imagen general que pretende transmitir dicho proyecto musical. El diseño es un complemento indispensable para comunicar al público un mensaje determinado. Cada tipo de música tiene un público objetivo, una identidad propia y unos valores que quiere reflejar. El diseño gráfico representa el lenguaje visual que debe utilizarse para conseguirlo. Todo será minuciosamente escogido en función de la música: la tipografía, el color, el estilo.
Vivimos en una sociedad tan saturada audiovisualmente hablando, que es imprescindible optimizar los recursos para captar la atención de quien interesa. Entre varios productos de las mismas características siempre iremos al que nos entre por los ojos, al que más nos atraiga visualmente. De ahí que la publicidad casi siempre vaya acompañada de música.
A la inversa, acompañar una serie de imágenes con la música adecuada puede generar en el espectador un mundo de sensaciones tal que invada de sentimientos la percepción de la propia imagen. Esto es utilizado en galerías de arte, dónde se hacen exposiciones acompañadas de la música adecuada.
Concluyendo, creo que el diseño gráfico y la música son excelentes compañeros de vida. Se aportan y enriquecen haciendo grande el uno al otro. No concibo la vida sin música, ni siquiera un sólo día de mi vida sin música, pero tampoco concibo diseñar en el silencio, cuando mis sentidos pueden abrirse para explorar mucho más allá si suena algo bello de fondo. Porfolio Mc Piqueras.
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